Polonia se sumerge en la incertidumbre tras la victoria del candidato ultranacionalista en las elecciones presidenciales
En un giro sorpresivo de los acontecimientos, Polonia ha elegido a Karol Nawrocki, un candidato ultranacionalista del partido Ley y Justicia (PiS), como su nuevo presidente, desafiando las expectativas de un gobierno liberal que buscaba consolidar su poder. Con un 50.89% de los votos frente al 49.11% de Rafal Trzawski, la distancia de apenas 369,591 votos ha dejado al país en un estado de inestabilidad política.
La noche electoral del pasado domingo estuvo marcada por la tensión y la incertidumbre. Las encuestas iniciales, que se dieron a conocer poco después de las 21:00 horas, colocaban a Trzawski a la cabeza por un estrecho margen de 0.6 puntos. Sin embargo, la situación cambió drásticamente en las horas posteriores, con proyecciones que mostraron a Nawrocki liderando con una ventaja de 1.4 puntos. Finalmente, la diferencia se estableció en 1.78 puntos, un resultado que no solo sorprendió a los analistas, sino que también dejó a muchos polacos en un estado de shock.
Tanto Nawrocki como Trzawski mostraron su optimismo a medida que se contaban los votos. El exboxeador Nawrocki proclamó frente a sus seguidores: "Ganaremos y salvaremos a Polonia”, mientras que Trzawski celebraba su corto momento de éxito. A pesar de su notable victoria, la nueva presidencia de Nawrocki no significa un control total, ya que el jefe de Estado, aunque cuenta con el poder del veto legislativo, no tiene autoridad ejecutiva significativa.
Sin embargo, el poder del veto del presidente puede ser crucial en un escenario en el que el nuevo gobernante del país planea desafiar la agenda de reformas impulsada por el gobierno anterior. La administración de Andrzej Duda, cuyo mandato finaliza en agosto, ya utilizó su poder para frenar varias iniciativas políticas, lo que sugiere que Nawrocki podría seguir un camino similar. Con su llegada al poder, se anticipa que Nawrocki aplicará su agenda ultranacionalista con fuerza y sin reparos.
Por otra parte, el gobierno liberal encabezado por Donald Tusk prometió un cambio radical en el país, aunque hasta ahora ha logrado cumplir solo unas pocas de sus promesas. La razón principal ha sido la oposición constante del presidente y un Tribunal Constitucional dominado por jueces asociados al PiS. Esta situación ha llevado a la coalición a buscar maneras alternativas de governar, aunque muchas de sus promesas, incluidas las reformas judiciales y la legalización del aborto, se han estancado en el proceso legislativo.
A pesar de la derrota, los liberales se han comprometido a mantener la cohesión en sus filas. Sin embargo, la percepción de que PiS puede recuperar el poder en futuras elecciones ha puesto de manifiesto la fragilidad de la situación política en el país. Desde que se elevara Tusk al poder, han ocurrido elecciones regionales, municipales y europeas que continuaron mostrándole a la oposición un camino difícil, dejando a muchos en Bruselas preocupados por el auge de la retórica reaccionaria en Polonia.
La campaña de Nawrocki fue objeto de controversias, con un pasado marcado por peleas callejeras y vínculos con el crimen organizado que han emergido a través de investigaciones periodísticas. Su apoyo proviene de un electorado diverso, incluyendo la juventud que se alineó con su partido ultraconservador, así como personas mayores que han visto en él un símbolo de resistencia a las políticas liberales.
En términos internacionales, la victoria de Nawrocki tiene implicaciones significativas. Con él en la presidencia, Polonia podría alejarse aún más de los valores democráticos defendidos por la Unión Europea. La administración de Donald Trump, por otro lado, ha saludado con beneplácito el ascenso de Nawrocki, quien habría cultivado buenas relaciones con la Casa Blanca. Esto incluye declaraciones recientemente realizadas por la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, quien condicionó el apoyo militar de EE. UU. a la victoria de Nawrocki, un acto que algunos podrían interpretar como interferencia electoral.
Con un ambiente político cargado, las reacciones dentro del campamento de Tusk fueron cautas. Mientras el primer ministro celebraba la aparente victoria de su candidato, se podía percibir un aire de resignación ante la nueva realidad. Por su parte, Jaroslaw Kaczynski, líder del PiS, afirmó con determinación: “Creo que ganaremos. Creo que cumpliremos nuestro plan para cambiar Polonia”.
Con esto, Polonia se enfrenta a un futuro incierto, donde el nuevo liderazgo de Nawrocki plantea un desafío significativo tanto a las estructuras internas del país como a su relación con la comunidad internacional. Con las elecciones legislativas programadas para 2027, el enfoque ahora está en cómo responderá la oposición y si podrán restaurar la fe en un cambio bien fundamentado en un país que busca acomodarse en el panorama político europeo.