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Argentino preserva ecosistema vital para una rana patagónica

Argentino preserva ecosistema vital para una rana patagónica

La lucha por la conservación en la Patagonia argentina: un biólogo y su proyecto innovador

En las remotas tierras de la meseta de Somuncurá, en la Patagonia argentina, un biólogo emprende una valiente misión para salvar a una especie emblemática: la rana Somncurense pleurodema. Desde hace más de 14 años, Federico Kacoliris ha dedicado su vida a la conservación de anfibios y su esfuerzo ha comenzado a dar frutos.

El origen de esta aventura se remonta a sus días de doctorado, cuando Kacoliris se percató de la singularidad de la rana que habita las aguas de Valcheta. Esta pequeña criatura, considerada microendémica, ha estado enfrentando graves amenazas que han llevado a su población a desplomarse hasta un alarmante 90% desde su identificación en 1968. Las condiciones específicas de su hábitat, donde las aguas termales ofrecen un refugio frente a las extremas temperaturas de la Patagonia, la han vuelto particularmente vulnerable.

Motivado por esta situación crítica, Kacoliris estableció un innovador programa de conservación que le valió el Premio Whitley para la conservación. Este ambicioso proyecto incluye no solo la restauración del hábitat, sino también un esfuerzo por repoblar a la rana en su entorno natural, alejándola de los peligros de la pesca deportiva y las especies invasoras que amenazan su existencia, como la trucha.

La iniciativa pronto reveló un vínculo inesperado entre la conservación de la rana y el ecosistema local. Mientras los esfuerzos para proteger a la Somncurense progresaban, se observó que la población de otra especie, la Mojarra desnuda, también se benefició de estas acciones. Kacoliris señala que cualquier mejora en el hábitat de un organismo puede redundar en beneficios para otros, creando un ciclo positivo en el ecosistema.

Sin embargo, el desafío no terminó ahí. A medida que el equipo se sumergía en su trabajo, los habitantes locales comenzaron a informar sobre problemas nuevos: ataques de zorros y coyotes a sus rebaños de ovejas. A raíz de esta preocupación, Kacoliris lanzó una segunda fase del proyecto, que incorporó a la comunidad en la búsqueda de soluciones sostenibles, así como el cuidado de la fauna silvestre.

Los acuerdos con los ganaderos han sido fundamentales. Mediante la instalación de fuentes de agua para el ganado, se logró restringir su acceso a la corriente donde habita la rana. Además, se ha proporcionado a los ganaderos perros guardianes que protegen a sus ovejas de los depredadores, creando un entorno más seguro para la cría de animales, lo que a su vez contribuye a la conservación del hábitat de la rana.

Kacoliris afirma que el éxito de cualquier proyecto de conservación está intrínsecamente ligado al apoyo de la comunidad local. Su trabajo no solo busca preservar la biodiversidad, sino también abordar problemas sociales que afectan a la población de Valcheta. La Fundación Somncurá, que él mismo ayudó a fundar, ha comenzado a adquirir tierras con el objetivo de establecer un turismo ecológico sostenible, promoviendo la conservación y el desarrollo económico local.

A pesar de los obstáculos, los resultados son alentadores. Kacoliris y su equipo estiman que los esfuerzos conjuntos han llevado a un aumento del 15% en las poblaciones de ranas y Mojarras en la región. Aunque el objetivo final es recuperar el 90% de las especies desaparecidas, el científico se siente optimista. Asegura que ya han aprendido lecciones valiosas sobre lo que funciona y lo que no, por lo que espera que los resultados se aceleren en el futuro.

La Patagonia, con su diversidad biológica y paisajes impresionantes, es un ecosistema vital que alberga especies que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta. La lucha por la conservación de la rana Somncurense no solo es un esfuerzo por preservar una especie, sino que también representa un compromiso más amplio hacia la protección del medio ambiente en esta región del mundo. En este sentido, el trabajo de Kacoliris es un faro de esperanza y un ejemplo de cómo la ciencia y la comunidad pueden unirse para enfrentar los retos de la conservación.

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