Netanyahu aumenta su popularidad tras el conflicto con Irán, pero enfrenta cuestionamientos sobre su futuro político
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha experimentado un incremento notable en la intención de voto para su partido, el Likud, tras el reciente conflicto con Irán. Esta situación se refleja en una encuesta publicada por el canal público israelí Kan, la cual revela que a pesar de este repunte, más de la mitad de los encuestados opinan que él debería retirarse de la política tras la finalización de la guerra en Gaza.
La encuesta se llevó a cabo el 25 de junio, justo un día después del clímax de las tensiones entre Israel y Teherán, coincidiendo con declaraciones del presidente estadounidense, Donald Trump. En caso de celebrarse elecciones en este momento, el Likud podría obtener 31 escaños en el Kneset, lo que marcaría un incremento en comparación con encuestas anteriores, consolidándose como la fuerza política más fuerte en la actualidad.
El segundo partido en intención de voto es Israel Beitenu, liderado por el nacionalista Avigdor Liberman, que podría alcanzar 15 escaños, aunque esto representa una disminución respecto a la encuesta previa. En comparación, el centrista Yesh Atid, encabezado por el ex primer ministro Yair Lapid, subiría a 14 escaños, mejorando su situación tras haber tenido solo 12 en la última consulta.
Otros partidos de oposición, como los demócratas sociales y la coalición nacionalista, han visto caer su apoyo, proyectándose con 11 y 13 escaños, respectivamente. En contraste, el partido del ministro ultra derechista Itamar Ben Gvir mantendría sus 7 escaños, mientras que el sionismo religioso, encabezado por Bezalel Smotrich, no obtendría suficientes votos para estar representado en el parlamento.
En términos globales, la actual coalición gubernamental, que erosiona levemente en comparación con las anteriores proyecciones, podría alcanzar 56 escaños, frente a los 53 de evaluaciones anteriores. Con 67 escaños en total de los 120 que componen el Kneset, el ejecutivo de Netanyahu enfrenta riesgos ante la posible convocatoria de nuevas elecciones, lo que podría alterar su posición de poder.
A pesar de estas cifras alentadoras para el Likud, el panorama social no es del todo positivo para Netanyahu. Un 52% de los encuestados se inclina a favor de su despedida de la política, una vez finalizada la guerra en Gaza. Solo el 24% se muestra neutral y un porcentaje igual se opone a su renuncia, lo que evidencia la polarización del apoyo popular hacia su figura.
Netanyahu, quien ha permanecido en el poder durante más de 15 años de manera ininterrumpida y enfrenta múltiples casos de corrupción, se mantiene como un personaje controvertido dentro del panorama político israelí. La reacción pública ha sido intensa frente a su gestión del conflicto con los palestinos, así como ante sus intentos de llevar a cabo reformas judiciales que han causado protestas masivas desde 2023.
A medida que el conflicto con Irán ha subrayado tensiones regionales más amplias, los ciudadanos israelíes parecen dividirse entre apoyar la actual dirección que ha tomado el Likud bajo Netanyahu y desear un cambio. Este dilema plantea interrogantes no solo sobre su liderazgo, sino también sobre el futuro político de Israel en un contexto de creciente incertidumbre geopolitica.
Con elecciones potencialmente en el horizonte, el destino de Netanyahu podría estar en juego. Mientras su partido se fortalece en las encuestas, el clamor por su salida de la política y el estado de la democracia israelí continúan formando el telón de fondo de una realidad política cada vez más compleja y desafiante. El liderazgo de Netanyahu podría depender tanto de su capacidad para abordar estas grietas en el apoyo popular como de su habilidad para navegar por un conflicto que a menudo parece no tener fin.
A medida que la comunidad internacional observa, el próximo capítulo en la política israelí se definirá no solo por la capacidad de Netanyahu para reafirmar su popularidad, sino también por la respuesta colectiva de un electorado dividido. Este escenario plantea interrogantes cruciales sobre el futuro no solo de Netanyahu, sino también sobre el futuro político y social de Israel en un mundo cada vez más interconectado y turbulento.