El legado de Mariano Fontecilla: un siglo de servicio al Estado chileno
Mariano Fontecilla, un centenario chileno, ha dedicado su vida al servicio diplomático y estatal, recibiendo honores y reconocimiento tanto en Chile como en el extranjero. Con un título de Señor Caballero de la Orden del Imperio Británico en su haber, su trayectoria lo ha convertido en un ícono de la diplomacia chilena.
Desde 1945, Fontecilla ha trabajado para los tres poderes del Estado, desempeñándose como coordinador diplomático del Ministerio de Relaciones Exteriores en el Congreso Nacional. Aunque su movilidad se ha visto limitada por su edad, sigue cumpliendo su deber, participando en reuniones en Santiago y comunicándose con colegas a través de videoconferencias. En una reciente entrevista en su elegante apartamento de Providencia, el diplomático se mostró optimista y lleno de vida.
A finales de junio, Fontecilla presentó su libro "Vivir más, vivir mejor", donde comparte su filosofía de vida. "La conversación es la clave para mantenerse activo", afirmó, subrayando la importancia de rodearse de amigos y familiares. A pesar de la recomendación de su médico de evitar las noticias en televisión, Fontecilla se mantiene informado a través de la lectura del periódico Mercurio y disfruta de la música en la radio.
Originario de una familia aristocrática chilena, Mariano es hijo del diplomático Mariano Fontecilla Varas y de Olivia de Santiago Concha Valdés, marquesa de Casa Concha. Desde niño, marcó su camino en la política y la diplomacia, siguiendo el consejo de su padre al ingresar a la Universidad de Chile, donde supo que su destino lo llevaría a servir a su país.
A lo largo de su vida, Fontecilla ha acumulado recuerdos entrañables, entre ellos la histórica visita de la reina Isabel II a Chile en 1968. Como director de protocolo, tuvo que improvisar tras la quema del Palacio Cousiño, adaptando el lugar para que la reina se sintiera como en casa. La anécdota de su encuentro destaca el sentido del deber y la pasión que Fontecilla ha mantenido por su trabajo a lo largo de los años.
Asimismo, su carrera estuvo marcada por momentos significativos, como su papel en la organización de la visita del Papa Juan Pablo II a Chile en 1986, en medio de la dictadura militar. A pesar de los desafíos, su capacidad para manejar situaciones difíciles lo convirtió en un referente en la diplomacia chilena. "Todos los tiempos han sido difíciles", reflexiona sobre sus años de servicio, con una sonrisa que refleja su disposición ante las adversidades.
Desde que comenzó su carrera, ha trabajado bajo 15 gobiernos chilenos, desarrollando vínculos importantes, especialmente con el expresidente Eduardo Frei Montalva. Una notable anécdota revela su estrecha relación: tras el fin del mandato de Frei en 1970, Fontecilla le dio la mano en un gesto de gratitud, subrayando el respeto que siempre caracterizó sus interacciones.
A pesar de haber enfrentado serias preocupaciones de salud, la vitalidad de Fontecilla se mantiene intacta. Viudo desde la década de 2000, encuentra consuelo en su vida pública y en el recuerdo de su esposa, Isabel Margarita Lira. La pasión por su trabajo se reafirma mientras observa un retrato de ella, recordando la influencia que tuvo en su vida personal y profesional.
De cara al futuro, Fontecilla se muestra esperanzado y entusiasta ante el próximo cambio de mando en marzo, reflejando su inquebrantable compromiso con Chile. Si la vida lo permite, desea participar en las celebraciones pese a que alcanzará los 101 años en su cumpleaños. Mariano Fontecilla, como el funcionario de más larga trayectoria en Chile, simboliza una era de dedicación a la diplomacia y el servicio público que perdura a lo largo del tiempo. Su historia no solo es un testamento a su compromiso, sino también un recordatorio de la importancia de la convicción en el servicio a los demás.