La parroquia de Itauguá continúa sumergida en una profunda crisis. La Patrona de la ciudad del Ñandutí, Nuestra Señora Virgen del Rosario, sigue sin recuperar sus joyas. Mientras que su templo presenta importantes fisuras en varias partes de la estructura, además tiene una deteriorada pintura. El párroco de la Iglesia, Pedro Celestino Brítez, dijo que los fieles deben tener más sentido de pertenencia hacia la Iglesia para fortalecer la parroquia.
Recordó que cuando llegó a la Iglesia se encontró con muchas necesidades, pero que gracias a contados fieles se pudieron subsanar las necesidades básicas de la casa parroquial. Explicó que se reforzaron cinco pilares, además del cambio de algunas vigas de la galería. Recordó que la iglesia tiene más de 30 pilares que necesitan de arreglos, y que cada uno tiene un costo de G. 11 millones.
“Tanto la parte estructural como la parte estética deben ser tenidas en cuenta, y todo eso, demanda mucho dinero. Tenemos como ingreso mensual G. 15 millones, que se destina al pago de salario de una secretaria que está tiempo completo, un cuidador y una persona que se encarga de la limpieza de los baños, además del pago de nuestros salarios que supera un poco más del salario mínimo. No tenemos una limpiadora, cocinera, ni lavandera, porque el ingreso que tenemos solo es para el funcionamiento de la parroquia en general”, comenta el sacerdote.
Derecho Canónico establece el deber de ayudar
Si bien la Iglesia contempla ciertos reglamentos, los feligreses son reacios a colaborar, según indica el presbítero. Esto porque sus pares, al ser designados a cumplir una misión en una parroquia, lo asumen como si fuera de ellos, y antes de servir sacan provechos personales, y las personas asumen que todos los religiosos son de la misma talla.