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Descubren desenfreno sexual de cura pedófilo en iglesia barcelonesa

Descubren desenfreno sexual de cura pedófilo en iglesia barcelonesa

El arzobispado de Barcelona admitió un grave escándalo de pedofilia oculto durante décadas en la iglesia de San Félix Africano, un caso desvelado por El País tras una acusación de abuso contra el párroco José Mariné Jorba en los años setenta. Uno de sus antiguos monaguillos, Aurelio Álvarez, lo denunció en 2023 ante el arzobispado, que ahora le ha informado de que la investigación canónica abierta ha revelado un escenario de horror que describe una red de pederastia organizada en torno a los niños de la parroquia, situada en Ciutadella.

De esta manera, Aurelio Álvarez descubrió que la verdad era aún más aterradora de lo que imaginaba. También asegura haber logrado contactar con otros cuatro monaguillos y una mujer de entonces, de un grupo que Mariné preparaba espiritualmente para ser monjas y que eran llamados beatos, quienes también lo confirman todo. El vicario estaba ubicado en Cartagena, donde vivía retirado y en edad avanzada. Al realizar una declaración, no solo confirmó la acusación de Álvarez, sino que amplió el alcance del escándalo.

Álvarez explica que Mariné “usó su fe para normalizar los abusos y, al mismo tiempo, creó un ambiente competitivo entre los monaguillos, fomentando celos, envidias y disputas, tenía favoritos entre ellos, que se convirtieron en atractores de más víctimas”. Un monaguillo del grupo era Miguel Ángel Barco, que luego se hizo sacerdote y se vio implicado en un sonado incidente en Zaragoza en 2014, siendo párroco de Épila, cuando fue acusado de acosar a un diácono de 27 años con el que vivió. La Archidiócesis de Barcelona, que financió la terapia de la víctima, se negó a indemnizarla alegando que el acusado ya estaba muerto.

El arzobispado ya disponía de la declaración del vicario en la primavera de 2023, pero no dijo nada a la víctima. A sus preguntas, ansiosa por saber si sus acusaciones serían confirmadas, respondió con un correo electrónico en abril de 2024. Tras la insistencia de Álvarez, finalmente el mes pasado, un año después, el arzobispado le dio información, pero sólo tras la muerte del vicario, y a través de un enigmático correo electrónico. Pero Álvarez aún no sabía por qué pidió perdón y sobre qué había guardado silencio; lo más increíble aún estaba por descubrir. Pero fue sólo porque, una vez más, insistió en ello.

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