Colombia en el centro de una controversia política internacional: ¿una conspiración contra Petro?
Álvaro Leyva, ex canciller colombiano, se encuentra en el ojo del huracán tras revelaciones sobre encuentros con figuras cercanas al ex presidente Donald Trump. Su objetivo, aparentemente, fue buscar apoyo para desplazar a Gustavo Petro del poder.
Según audios obtenidos, Leyva entabló conversaciones con consultores en Estados Unidos, intentando ejercer lo que él consideraba “presión internacional” sobre el gobierno de Petro. Los registros sugieren que Leyva, junto a su hijo Jorge, utilizó sus contactos para acercarse al congresista Marco Rubio, arrojando luz sobre sus intenciones de facilitar una salida para el actual presidente colombiano.
Las afirmaciones de Leyva sobre Petro son preocupantes, describiéndolo como un líder con “graves problemas dependientes de drogas.” Este ex colaborador cercano del presidente ha alerta sobre la inestabilidad del mando actual, augurando que su continuidad en el cargo sería insostenible a largo plazo. En reuniones clandestinas, Leyva insinuó que, en caso de un cambio, Francia Márquez, la actual vicepresidenta, debería asumir el liderazgo.
Leyva también buscó, a través de contactos en el Partido Republicano, establecer vínculos con el congresista Mario Díaz-Balart. Se alega que Leyva reveló que estaba en conversaciones con Díaz-Balart, un aliado clave en Washington, quien podría influir significativamente en la política colombiana desde Estados Unidos. Este accionar refuerza la idea de que Leyva estaba buscando el apoyo necesario para llevar a cabo un cambio de gobierno bajo un consenso nacional.
Mientras tanto, el ex canciller utilizó plataformas digitales para difundir información comprometedora sobre Petro, incluyendo acusaciones de conducta errática y adicción. A través de estos mensajes, Leyva intentaba construir un caso que justificara su planteamiento de que Petro no estaba en condiciones de gobernar. Tanto Petro como su asistente, Laura Sarabia, han desmentido categóricamente estas acusaciones, calificándolas de difamación y parte de una campaña concertada en su contra.
En otro audio, Leyva expresó su deseo de que Petro abandonara el cargo a través de un acuerdo nacional. Planteó la posibilidad de que la periodista Vicky Dávila pudiera ser una figura de mediación en este proceso, a pesar de que su carrera política era incierta. Este enfoque refleja una mezcla de desesperanza y estrategia que Leyva considera crucial para el futuro político del país.
Las grabaciones fueron recibidas por Petro con indignación, quien acusó a Leyva de conspirar contra su gobierno. Esta traición emocional generó un clima de gran tensión entre el presidente y su ex aliado, creando un conflicto que podría tener repercusiones serias en la política colombiana. Petro, quien había confiado en Leyva para tareas delicadas en su administración, se sintió profundamente herido y engañado.
Leyva, por su parte, parece haber tomado un camino de no retorno tras su separación del gobierno. Desde el inicio de su administración, había sido visto como un intermediario clave entre el ejecutivo y sectores opositores. Sin embargo, su decisión de activar un plan para derrocar a Petro, utilizando conexiones internacionales, ha generado un escándalo que amenaza con desestabilizar aún más el ya complicado clima político colombiano.
La historia sigue desarrollándose, y la incertidumbre sobre el futuro de Petro y su administración se mantiene en el aire. Mientras tanto, las tensiones internas, sumadas a los efectos de la controvertida relación con figuras estadounidenses, ponen a Colombia en el selecto grupo de países latinoamericanos donde la influencia externa juega un papel crucial en el destino de sus líderes.