No es posible reconstruir BORGES a partir de su anagrama nabokoviano OSBERG doblando el mapa 2×3 de la semana pasada. Simplemente observe que la E y la S, que en la palabra BORGES están juntas, en la cuadrícula de OSBERG ocupan cuadrados que comparten solo un vértice, y ningún pliegue puede hacer que dos cuadrados “opuestos por el vértice” sean adyacentes. En consecuencia, tampoco se puede pasar de BORGES a OSBERG: en este caso hay dos pares de letras en casillas opuestas al vértice (BE y OS) que en OSBERG van juntas.
Respecto a las distintas posibilidades de plegado de trípticos, polípticos y mapas elementales, nuestro comentarista habitual Francisco Montesinos hizo un análisis muy detallado (ver comentarios de la semana pasada) que, por cuestiones de espacio, no puedo reproducir íntegramente; Esto es lo que dice del mapa elemental 2×2 (y de hecho, entre paréntesis, alude a la imposibilidad que acabamos de ver):
“En el caso 2×2, numerando las páginas (1, 4, 2, 3) de izquierda a derecha y de arriba a abajo hay 24 permutaciones, de las cuales 8 dan configuraciones imposibles (dos páginas en posición diagonal tendrán algún entrelazado) y De los 16 restantes, 8 serán simétricos, por lo que habrá 8 pliegues diferentes posibles. Otra forma de conseguir el mismo resultado es considerar que si la primera hoja se fija en vista frontal (4 posibilidades), sólo hay 2 posibilidades para la siguiente y sólo una para las dos posiciones restantes, 8 en total.
Borges desmantelado
Tras la publicación de la entrada anterior de El juego de la ciencia Borges deconstruido un artículo titulado Borges desmantelado, y cuesta creer que, con apenas unas horas de diferencia, dos textos con títulos tan similares se publicaran por pura casualidad. (Invito a mis lectores astutos a calcular “estilo Fermi” el orden de magnitud de la probabilidad de que algo como esto ocurra aleatoriamente).
En cualquier caso, el citado artículo dice, entre otras cosas: “En el centro de su obra, Borges sitúa la idea de infinito, concepto que juega un papel crucial tanto en sus narrativas como en sus ensayos. La infinidad de libros en La biblioteca de Babel los espejos que eternamente se reflejan en Tlön, Uqbar, Tercer Mundo y laberintos interminables son sólo algunos ejemplos de cómo Borges desafía nuestra comprensión del tiempo y el espacio, llevándonos a cuestionar la realidad misma”.
En realidad, ninguna de las tres cosas mencionadas es infinita: el número de libros posibles es, aunque inmenso, finito e incluso fácilmente calculable, como ya demostró el matemático y filósofo alemán Kurd Lasstwiz (1848-1910) en su pionera historia. la biblioteca universal en el que Borges se inspiró para escribir La biblioteca de Babel. Y los espejos que se reflejan lo hacen tan lentamente -a la exigua velocidad, desde un punto de vista astronómico, de la luz- que el número de imágenes que podrían generar antes de la extinción del universo no sólo no es infinito, sino que tampoco muy grande en comparación con otros monstruos numéricos (como posibles juegos de ajedrez, por ejemplo).
En cuanto a los “laberintos sin fin”, ¿puede existir tal cosa? ¿Cómo sería un laberinto como el mítico de Creta, del que era imposible salir? Borges, salvo error u omisión, nunca habla de laberintos sin fin, pero sí de ciertos laberintos de los que siempre se puede girar a la izquierda. ¿Cómo sería un laberinto para zurdos?
La peculiar –y un tanto confusa– relación del escritor argentino con el infinito hay que buscarla, sobre todo, en sus cuentos. El Aleph, el jardín de los senderos que se bifurcan Sí Las ruinas circulares, y quizás en algunos poemas. No en vano El Aleph Lleva el nombre de la “terrible dinastía” de números transfinitos de Cantor… Pero ese es otro artículo.
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