En una disputa internacional, la Unión Europea y Colombia se enfrentan por aranceles a patatas fritas. Colombia ha utilizado su influencia diplomática para retrasar una decisión de la OMC a favor de Europa en 2022.
Bruselas convoca a consultas ante la OMC para evaluar el cumplimiento de la decisión por parte de Colombia. La disputa se ha convertido en una lucha entre McCain, el gigante canadiense de papas fritas, y la UE en un mercado que representa 52,1 millones de euros en exportaciones anuales.
Expertos señalan que la estrategia de Colombia es proteccionista. La decisión de imponer aranceles a las patatas fritas europeas se basó en acusaciones de dumping de precios. Sin embargo, la Unión Europea demostró que la fórmula utilizada por Colombia para calcular el dumping era incorrecta.
A pesar de presiones inflacionarias sobre los alimentos en Colombia, el precio de las patatas, plátanos y huevos ha disminuido. En 2022, se importaron al país alrededor de 110 mil toneladas de papas fritas, una reducción de 70 mil toneladas respecto al año anterior.
Colombia enfrenta presión de la UE para cumplir con la decisión de la OMC. Mientras tanto, ha impugnado los aranceles hasta 2027, agotando los instrumentos de arbitraje disponibles. Esta táctica busca marginar la participación europea en el mercado y favorecer a los actores locales, como McCain.
Los sectores agrícolas en Colombia celebran la reducción de importaciones de papas fritas europeas. Consideran que los subsidios a agricultores europeos y las condiciones comerciales representan una amenaza para su sector. Las exportaciones de todas las variedades de papa en Colombia apenas alcanzan las 3.000 toneladas anuales.
La batalla entre la Unión Europea y Colombia por los aranceles a las patatas fritas continúa, con implicaciones comerciales y políticas. Las decisiones futuras de la OMC y las estrategias de ambas partes determinarán el panorama del mercado de papas procesadas a nivel global.