Jaume Duch: La Unión Europea como Pilar Inquebrantable ante Desafíos Globales
En un contexto internacional en constante cambio, Jaume Duch, consejero de la Unión Europea y de Acción Exterior de la Generalitat de Cataluña, reafirma la importancia de la UE como un bastión de democracia y libertad. Su mensaje es claro: “No hay un plan B. La UE es el plan A”.
Duch sostiene que, a pesar de los desafíos visibles que enfrenta Europa, como la crisis de refugiados y la guerra en Ucrania, la Unión está realizando más esfuerzos de lo que se le suele atribuir. En su opinión, el discurso público tiende a enfocarse en las dificultades y no en los logros. En un ambiente político donde la incertidumbre es la norma, Duch apela a los líderes europeos a reconocer y promover los aspectos positivos del trabajo conjunto.
El consejero advierte sobre un entorno geopolítico cada vez más complejo. Según él, los desafíos actuales son diferentes a crisis anteriores como el Brexit o la crisis del euro; se manifiestan en transformaciones sistémicas que amenazan los cimientos de la democracia y la libertad. Esta transformación, argumenta, puede llevar a una erosión silenciosa de los valores que sostienen la cohesión social y política en Europa.
"El riesgo es real", señala Duch, "de que los pilares de nuestra sociedad se desmoronen sin que nos demos cuenta". Para él, la Unión Europea debe convertirse en un defensor activo de esos valores, resaltando que cualquier acción significativa debe ser colectiva. Este llamado al trabajo conjunto también implica que los países miembros deben estar dispuestos a actuar en solidaridad frente a situaciones que comprometen la estabilidad del continente.
Duch destaca la necesidad de un compromiso político sólido y, quizás aún más crucial, recursos financieros. A su juicio, las inversiones en tecnología, defensa y seguridad son vitales para mantener la competitividad de Europa frente a potencias emergentes. Sin embargo, se enfrenta a un dilema: conseguir fondos sin recortar los programas de cohesión, que son esenciales para la unidad y el equilibrio interno del bloque.
La capacidad de la UE para enfrentar situaciones críticas, como la pandemia de COVID-19 y el apoyo militar a Ucrania, pone de manifiesto su potencial. Duch indica que esta misma energía y solidaridad deben ser canalizadas para proteger los derechos y libertades fundamentales, resaltando que estos deben ser la base de cualquier acción futura.
Finalmente, Duch aborda una preocupación creciente: la disminución del número de naciones consideradas democráticas en el mundo. El surgimiento de regímenes tecnocráticos amenaza la calidad democrática, lo que subraya aún más la necesidad de una Unión Europea comprometida y unida. Así, su visión se erige como un llamado a la acción, instando a los líderes europeos a revisar sus prioridades y reforzar el tejido democrático que une al continente.