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Gran ataque ruso en la segunda ciudad de Ucrania.

Gran ataque ruso en la segunda ciudad de Ucrania.

Járkov sufre el mayor ataque aéreo desde el inicio de la invasión rusa

En un nuevo episodio de la guerra en Ucrania, Járkov, la segunda ciudad más grande del país, se vio devastada por un ataque ruso a gran escala que dejó al menos tres personas muertas y más de veinte heridas. Este bombardeo es considerado el más intenso desde que comenzó el conflicto, aumento que refleja la escalada de la violencia en los últimos días.

El ataque tuvo lugar durante la mañana del domingo, cuando la ciudad fue blanco de más de cincuenta explosiones en un corto lapso de tiempo. El alcalde de Járkov, Igor Terejov, calificó la ofensiva como “terrorismo abierto” y trató de localizar a varios bomberos que quedaron atrapados bajo los escombros de un edificio destruido. Las autoridades locales reportaron el daño de casi treinta edificios, muchos de los cuales eran residenciales.

Este asalto aéreo en Járkov ocurrió en un contexto de bombardeos generalizados en todo el país. Durante la noche del jueves al viernes, las fuerzas rusas llevaron a cabo una de las ofensivas más amplias en los tres años de guerra, lanzando más de 450 drones y misiles en diversas provincias ucranianas, con Kyiv como objetivo principal. Aunque se registraron cinco muertes, la mayoría de los ataques fueron interceptados por las defensas aéreas ucranianas, reduciendo significativamente el número de víctimas.

Los ataques rusos han consistido en bombardeos aéreos acompañados de drones, lo que resalta la capacidad que tienen para realizar ofensivas masivas. Según informes, el sábado las Fuerzas Aéreas rusas lanzaron tres bombas guiadas que impactaron en instalaciones ferroviarias de la ciudad, causando la muerte de un empleado del servicio ferroviario estatal y dejando a dieciocho personas heridas. Esta escalada revela una estrategia de ataque metódica que busca desgastar las capacidades ucranianas.

El ejército ucraniano, sin embargo, se ha estado preparando para este tipo de ataques desde hace tiempo. Un alto mando operativo del sur de Ucrania había adelantado que el Kremlin estaba planeando operaciones de castigo contra diversas ciudades del país. En este contexto, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SSU) llevó a cabo un operativo inusual a inicios de junio, donde lograron destruir varias bases aéreas rusas en un golpe estratégico que dejó al enemigo con daños significativos en su capacidad aérea.

Las represalias rusas se han justificado por el Kremlin como respuestas a las operaciones ucranianas. Dmitri Peskov, portavoz de la presidencia rusa, afirmó que el ataque a Járkov fue un castigo por las acciones de Ucrania, incluyendo un reciente incidente en el puente de Kerch, una infraestructura clave que conecta la península de Crimea con el territorio ruso. Esta narrativa de Moscú refleja la intención de justificar la violencia en medio de las numerosas acusaciones de crímenes de guerra.

En un giro inesperado, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, aludió a los bombardeos rusos, sugiriendo que dejó a Putin en una posición favorable para realizar ataques aéreos. Sus declaraciones han generado controversia y nuevos debates sobre cómo las acciones en el campo de batalla son percibidas a nivel internacional.

A medida que la guerra se extiende, los expertos advierten sobre el incremento en la capacidad militar rusa. Yuri Ignat, vocero de las Fuerzas Aéreas de Ucrania, alertó que se prevé un aumento en la frecuencia y la intensidad de los ataques, con una producción de drones que podría multiplicarse exponencialmente en los próximos años. La inteligencia militar ucraniana estima que Rusia podría estar fabricando drones en un tiempo récord, aumentando los ataques en un contexto de creciente tensión.

Los acontecimientos recientes en Járkov son un claro vistazo a la dura realidad que enfrenta Ucrania en su lucha por la soberanía. Con la comunidad internacional observando atentamente, la resiliencia del pueblo ucraniano se pone a prueba cada día frente a la agresión continuada. La pregunta que persiste es cuántos más sufrirán en este conflicto que no parece tener un final a la vista.

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