El diputado brasileño Eduardo Bolsonaro, hijo del ex presidente Jair Bolsonaro, dejó abierta la posibilidad de postularse a la Presidencia de Brasil en las elecciones de 2026. La decisión se produce en un contexto en el que su padre no podrá competir debido a una inhabilitación judicial.
En un mensaje publicado este domingo en sus redes sociales, Eduardo Bolsonaro afirmó que no se presenta como candidato a un cargo específico, sino como alguien dispuesto a contribuir para que Brasil «se reencuentre, levante la cabeza y crea en sí mismo».
El pronunciamiento se da apenas dos días después de que la revista Veja difundiera una entrevista en la que el diputado admitió que consideraría la candidatura si su padre se lo pidiera. “Si fuera una misión dada por mi padre, voy a cumplir”, declaró Eduardo, desde Estados Unidos, donde reside desde marzo. Allí, asegura estar dedicado a buscar “justicia” para Jair Bolsonaro, quien enfrenta acusaciones de golpismo ante la Corte Suprema.
Las elecciones presidenciales están previstas para octubre de 2026 y el espectro conservador de Brasil busca un candidato que suceda a Jair Bolsonaro. Mientras tanto, el actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores, aún no ha confirmado si buscará un nuevo mandato.
En su mensaje, Eduardo Bolsonaro adoptó un tono más conciliador, destacando que el país atraviesa un “momento tan delicado” con una profunda fractura social y un clima de cansancio y desconfianza. Subrayó la necesidad de rescatar “el verdadero espíritu brasileño” con una mirada nacional, por encima de las divisiones partidarias.
En este contexto, reconoció “virtudes” en figuras históricas tradicionalmente criticadas por la extrema derecha, como los expresidentes Getúlio Vargas, Juscelino Kubitschek y João Goulart. Sobre Goulart, líder socialista derrocado por el golpe militar de 1964, señaló que aunque puede discrepar de sus ideas, “es injusto negar que muchas de ellas nacieron de la intención de responder a las ansias populares”.
Respecto al período militar que siguió, del que la ultraderecha suele hacer una lectura positiva, Eduardo admitió que hubo autoritarismo, pero defendió que “no todo fue tinieblas”, destacando proyectos de infraestructura que aún sostienen al país.
“El negar las virtudes de cualquier período de la historia es negarnos a nosotros mismos”, afirmó, y añadió que “no habrá unión nacional si cada lado quiere borrar al otro”. Por ello, instó a la reconciliación en lugar del resentimiento.
Finalmente, el diputado ofreció su disposición a “caminar lado a lado con quienes creen en esto”, proponiendo “reencontrar la grandeza por encima de las vanidades, la unidad por encima de los rencores, la construcción por encima de la destrucción”. También citó al primer ministro húngaro Viktor Orbán, líder conservador con quince años en el poder, del que aseguró haber aprendido la importancia de “tener aliados y concentrarse en lo que se converge”.