El nuevo obispo del Vicariato Apostólico del Pilcomayo (VAP), Mons. Miguel Fritz, expresó que mantiene la esperanza de que algún día Paraguay supere la “impresionante corrupción…”. Es uno los religiosos más críticos de la Iglesia Católica en Paraguay, “un pastor con olor a oveja”. Sobre su postura, principalmente con relación a la protección de los recursos naturales, dijo sentirse incomprendido, como si estuviera en contra del progreso.

GENTILEZA DEL VAP
En entrevista con ABC, Mons. Fritz se refirió a la tarea pastoral que cumple en el Chaco, especialmente con los pueblos indígenas. También hizo una breve reflexión sobre la realidad nacional en lo social y político.
Dijo que “siempre se mantiene con la gran esperanza de que algún día se supere la impresionante corrupción y que el Paraguay llegue a lo que debería ser y es capaz de ser…”.
Para que eso ocurra, “es necesario superar estructuras que prolongan el sistema prebendario, nepotista, corrupto…”, expresó.
Pidió misionar en Paraguay

Según comentó, pidió venir a Paraguay inspirado por los primeros oblatos alemanes que cumplieron servicios pastorales en el país. “Siempre me había fijado en sus relatos; sonaba a aventura”.
En noviembre de 2022 asumió la administración del Vicariato Apostólico del Pilcomayo (VAP), luego de que su paisano, monseñor Lucio Alfert (actualmente obispo emérito del VAP) se acogiera a la jubilación canónica al cumplir 75 años. Antes ya había tenido otros cargos en el Chaco Central.

Los nativos
En cuanto a la realidad de los pueblos indígenas que habitan el vasto territorio del Chaco Central, mencionó que desde el año 1988, cuando llegó a la región Occidental como sacerdote misionero, hubo muchos cambios; muchas mejoras en cuanto a infraestructura. ”Pero, sobre todo, los indígenas son cada vez más actores (participativos). Es decir, ya saben reclamar ellos mismos sus derechos”, subrayó.

GENTILEZA DEL VAP
En el ámbito de la formación académica de los pueblos originarios, dijo que se formaron muchas más escuelas y colegios indígenas en los últimos años, pero que falta la posibilidad de acceso a estudios terciarios y, sobre todo, acceso a trabajos dignos.

Mons. Fritz aprendió a hablar la lengua guaraní (el jopara y el neolingüístico) y la nivaclé, para comunicarse con los nativos. “Las estudié sistemáticamente”, señaló.
No solo traen progreso
La reconstruida Ruta Transchaco, los nuevos accesos habilitados, la Ruta Bioceánica, la Ruta de la Leche… todas estas obras viales ayudan mucho para poder llegar más seguro y más rápidamente a muchos lugares, pero, por otro lado, traen vicios y peligros no deseados en las comunidades, dijo el obispo.
La agricultura que se practica en el Chaco actualmente es más bien “agronegocio” de grandes empresarios, que genera un preocupante impacto en el ecosistema; trae beneficios para pocos y daños para muchos, expresó.
Incomprendido
Mons. Fritz, cada año, en diciembre, lanza duras críticas desde el púlpito de la Basílica de la Virgen de los Milagros de Caacupé. Sus prédicas enfocan principalmente los abusos contra comunidades campesinas y pueblos indígenas; atropellos a recursos naturales, la corrupción generalizada en las instituciones del Estado y otros temas de la realidad nacional.

GENTILEZA DEL VAP
En ese sentido, dijo que años antes recibía amenazas, hasta de muerte, por su clara postura, pero que en los últimos tiempos siente una “incomprensión”.
Señaló que a quienes asumen esa postura “se los mira como si estuvieran contra el progreso, como unos atrasados, retromirantes (retrógrados)”.
En teoría, existen consultas previas y mitigaciones por los tremendos impactos que genera el desarrollo a partir de la Ruta Bioceánica en las comunidades nativas, “pero da la impresión de que a los indígenas les tocan las migajas”. Tampoco se les puede obligar a los indígenas a “integrarse” en todo lo que para otros es progreso, añadió.
Plan pastoral
Mons. Fritz dijo que, con apoyo de los agentes pastorales y sacerdotes, está reelaborando el Plan Pastoral del VAP, “ya que la situación ha cambiado también dentro de la Iglesia”. Mencionó que el legado del papa Francisco es una “Iglesia sinodal (un pueblo que camina junto)”, en la que la protección de niños y adolescentes tiene mucha prioridad.